RÁPIDO Y FURIOSO

Arremete Obispo contra DF

Lunes 26 de marzo/2007

Por José Luis Rodríguez

El pueblo católico es el que sostiene la estructura moral y social del país y esa es la raíz de donde brotará el retoño que sostendrá la esperanza del futuro mejor que deseamos, afirmó el obispo de Querétaro, Mario de Gasperín, en una reflexión publicada en el portal de Internet de la Diócesis, en referencia a la violencia que vive el país y a las medidas legales que permiten la uniones gay y que en un futuro podría despenalizar el aborto.
Sin mencionar por su nombre los dos últimos asuntos, el jerarca católico nombra al Distrito Federal como “la cabeza de medusa”, que es a la vez el titulo de su breve titulo donde señala que decir que el país se está convirtiendo en un nido de serpientes es, sin duda, una expresión exagerada e injusta; pero afirmar que hay focos infecciosos de violencia, mentira fraude, ilegalidad y de injusticia, forma parte de la experiencia cotidiana de los ciudadanos.
“El cuadro de la miseria nacional se completa muy bien –lastimosamente- por escenas que vemos en el recinto de los representantes populares. Son para llorar: perversión del orden social en nombre de la ley, acoso a las instituciones sustentadoras de la vida social pretextando contribuir a la convivencia; legalizar lo criminal en nombre de la virtud y de la vida… Nuestra orgullosa ciudad capital se ha –la han- convertido, para pena de todos, en la cabeza de Medusa”, escribe el obispo.
En medio de este enredijo social y moral, agrega, anda penando el alma nacional, el pueblo mexicano de a pie, el que sufre y calla, fatiga y trabaja, ora y perdona; que poco explica cuando lo acosan los reporteros con sus micrófonos y cámaras amenazantes, pero que tiene la sabiduría de Dios y lleva su santo temor en el corazón.
Es el pueblo el que cree en Jesucristo y reza en español aunque esté del otro lado de la frontera, que va a misa el domingo y guarda la Semana Mayor. Ese es el pueblo que todavía sostiene la infraestructura social y moral del país y que constituye la parte mayoritaria y privilegiada de la Iglesia de Jesucristo, remata Mario de Gasperín.
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Que opine la Iglesia católica, que manifieste toda su amargura, que excomulgue a los que aprueben la Ley y a las mujeres que practiquen el aborto; son sólo patadas de ahogado de una institución que ve cada vez más acotada su influencia sobre los también cada vez menos fieles.
La Iglesia, que en infinidad de ocasiones ha actuado como comparsa del Estado en perjuicio de los de abajo, a los que dice proteger. Siendo parte de la superestructrura, impregnó su ideología de sumisión a los pobres, de aceptar su condición de clase y de siervos de los poderosos, este sector ha superado en varias ocasiones esta condición y se ha puesto donde le corresponde, si bien no por encima, tampoco por debajo de nadie y es en ese preciso momento donde los verdaderos líderes religiosos han sabido entender su papel y actuado del lado que la conciencia y convicción les ordenan, de lado de los de abajo, no vivir en el lujo y cómodamente recostado, esperando que las limosnas de los paupérrimos, devenguen los gustos y vicios de quienes lucran con la palabra de Dios.