¡NUEVE LIBRE!
*Festejan en La Piedad la libertad de 9 de sus compañeros.
*La lucha continúa hasta liberar a los 6 que aún siguen en la cárcel.
Aquiles Lázaro Méndez
Los esperaban desde hacía más de 2 horas. A pesar del intenso sol que les golpeaba la cara, unos trescientos habitantes de La Piedad esperaban con paciencia la llegada de sus compañeros que, por fin, habían salido de los penales femenil y varonil de San José el Alto.
Tras casi cinco meses de prisión, hoy, La Piedad celebra una victoria significativa en su lucha: han arrancado de las garras del gobierno panista a nueve de sus compañeros; pero saben que aún quedan seis en el penal de San José el Alto, entre ellos el profesor antorchista Rubén del Río, y la abogada Yesenia Valdez Flores que, por defender legalmente a los primeros catorce detenidos presos, fue a parar también a prisión tres meses después.
“Bienvenidos compañeros”, “Los antorchistas de La Piedad estamos contentos de tenerlos entre nosotros”, “¡Libertad a los seis presos políticos antorchistas!” rezan algunas de las pancartas y mantas que portan los habitantes; son ya las 5 de la tarde.
Por fin, en medio de abrazos, consignas y confeti, los nueve habitantes de La Piedad recién liberados arriban al evento, acompañados por la numerosa comitiva de lugareños que por espacio de 6 horas los esperó a las afueras del penal.
Antes de llegar al pozo de agua, habían bajado de las camionetas y caminado por una parte del pueblo, orgullosos de su triunfo. Suman ahora en la celebración más de cuatrocientas personas.
A un costado de su improvisado festejo se encuentra el pozo de agua de su comunidad, por cuya causa cayeron en las cárceles del gobierno panista 13 humildes habitantes de su pueblo, honrados y trabajadores, y dos dirigentes de Antorcha Campesina, organización que los dirige en su lucha por conservar su pozo de agua.
Algunos minutos después, ya calmada la explosión generalizada de júbilo, César Valencia Álvarez, uno de los nueve liberados, habla micrófono en mano: “Primero que nada vamos a darle gracias a los compañeros de Antorcha, que gracias a ellos se ha hecho posible esta lucha; y a todos nosotros que seguimos luchando. ¡Porque aunque nos hayan tenido encerrados ahí no nos vamos a rajar, para nada!
“Los compañeros que se quedaron, continúo muy emocionado, mandan decir esto: que ellos no se van a rajar ni se van a poner tristes; ellos, al contrario, mientras nosotros sigamos unidos ellos van a seguir luchando allá. Para que no piensen que ellos están tristes; no, ellos no están tristes, al contrario, están orgullosos, como lo estábamos nosotros ¡Estábamos orgullosos de estar ahí por ustedes, por nosotros, por el pueblo!”.
La gente estalla en aplausos y porras, los liberados son héroes de su pueblo.
Hablan después Cayetano López, María Eugenia Lugo, María Guadalupe Espinosa, Teófilo Hernández y Alejandro Rodríguez, algunos de los habitantes que acaban de dejar la cárcel, tras casi cinco meses de cautiverio.
Pero en La Piedad no olvidan a sus compañeros que siguen presos y les pasan lista: Yesenia Valdez, ¡presente! Corean al unísono mujeres, hombres, ancianos y niños y vuelve la fórmula: Rubén del Río, ¡presente!, Mauro López, ¡presente!, Vicente Valencia, ¡presente!, Luciano Chico, ¡presente!, José Soledad Ibarra Rendón, ¡presente!
El gobierno panista, con tal de encubrir a un pariente del secretario de gobierno estatal, Alfredo Botello Montes, se ha cebado en contra de un pueblo laborioso y humilde, pero cuya dignidad es más grande que las presiones represivas de la autoridad estatal.
Comienza a oscurecer cuando algunos lugareños sirven la comida. Las risas y pláticas dejan ver que, aunque su lucha no ha terminado y quizá sea todavía larga, el evento es un festejo.
Poco a poco la comida se va terminando y la gente se retira a sus casas. A las 9 p.m. quedan ya unas cuarenta personas, a quienes les toca la “guardia” de esa noche.
A unos treinta metros está el pozo de agua. Así, solitario, pequeño y en medio de la oscuridad, nadie hubiera imaginado que un pueblo agrícola y ganadero, sin preparatoria ni universidad, se hubiera aferrado a él con tanto anhelo. “Luchamos por él porque es de nosotros”, dice una señora; pero ese pozo significa mucho más para ellos, es un pozo que les ha enseñado a luchar por sus derechos y dignidad, por su derecho a ser un pueblo libre de yugos, un pueblo harto de sometimientos. Y se han dado cuenta que organizados, pueden más que los poderosos.
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