Ahora que ha subido de tono el frenesí por el deporte más hermoso del mundo, tal como lo denomina el comentarista y narrador deportivo Luis Omar Tapia, debido a que dos equipos de amplia convocatoria en México han llegado a la final del Torneo de Liga Mx, también se han incrementado las increpaciones y descalificaciones de parte de un sector de cibernáutas que se identifican ideológicamente con la izquierda.
Estas voces señalan que hay incongruencia entre ser aficionado al fútbol y criticar a Televisa; citan, que ese espectáculo (el fútbol) es un "distractor" en las cuestiones políticas y que, incluso, "le seca el cerebro" a todos aquéllos que lo vean, un razonamiento que rebasa lo pintoresco y recae en lo absurdo.
Este sector, es el mismo que ha llamado a boicotear los productos de ciertas empresas que se presume fueron participes en el fraude electoral del 2000 durante las elecciones presidenciales de ese año y, del contubernio con el PRI en la campaña desleal del año 2012... un error tras otro.
Comencemos por analizar esta última situación: la estrategia del boicot es una de las más efectivas que la organización ciudadana puede implementar en contra de cierto producto, empresa o, partido político; sin embargo, estos grupos cuando han realizado este tipo de llamados lo han hecho catalogando decenas de productos, llegando a enlistar más de 80 marcas de una sola vez, sin considerar que son de las más consumidas por la población mexicana, como lo es la coca cola, los de las marcas Sabritas, Bimbo, Jumex, entre otros, desconociendo con ello la idiosincrasia y el nivel sociocultural promedio del ciudadano mexicano.
El boicot funciona cuando es concentrado en un solo objetivo y se va incrementando gradualmente, no es posibles que la gente vire su estilo de consumo y de gasto en un par de días, sobre todo por algo que desconoce a profundidad y menos aún, le convence.
Respecto al fútbol, la gente que nos critica acremente a los pamboleros a través de las redes sociales, desconoce que este deporte representa un fenómeno social que se suscita en todo el mundo, que mueve masas y miles de millones de dólares anualmente y que sostiene a cientos de familias a lo largo y ancho del país; desconoce que muchos nos formamos a la sombra de esta actividad deportiva y que en gran medida contribuye a impedir que miles de niños y jóvenes sean absorbidos en esta funesta dinámica delincuencial que los copta trastornando con ello no sólo su vida sino a la par la de su familia.
Esas mismas personas, tienen entre sus fuentes de consulta y cita a periódicos como La Jornada y al semanario Proceso, pues bien, dichos medios de información cuentan con una sección de deportes en la cual no dejan de proyectar información precisamente referente al fútbol; entonces, ¿qué pasa ahí? pues pasa que no hay congruencia y muy poca capacidad de disertar y escaso bagaje de información, de análisis y conocimiento del entorno social.
No se equivoquen, que nos guste el fútbol no quiere decir que no seamos personas conscientes, no por ver un partido perdemos la sensibilidad de la realidad ni nos distraemos de las cuestiones sociales que aquejan al país, tal como algunos -sin bases- pretenden hacernos ver; por lo que se ve, esa gente nunca ha estado en un campamento de protesta, porque se hubiera dado cuenta que ahí, también los campistas, los manifestantes, veían (y ven) los partidos y no por ello, pierden de vista su lucha, su objetivo.
La consciencia de izquierda, para cumplir con el postulado de progresista, requiere de apertura, de modernizarse, sí de ideología, pero ya no en el discurso, eso ya no funciona, debe ser flexible y razonable, porque se critica a quienes tienen poca o nula cultura y posterior, se les pide su apoyo, así no funciona, no se considera que ese sector es el más amplio en el país y el que requiere más atención; pero no con insultos, no con sectarismos, aceptando sus atavismos y educándolos, formándolos en las cuestiones sociales para así, construir bases territoriales sólidas a la vez que dinámicas, versátiles y modernas.
Por tal razón, la izquierda y el fútbol, siendo la primera de carácter ideológico y la segunda, un fenómeno social, no necesariamente se autoexcluyen una de la otra, puesto que, para muchísima gente el fútbol llega a ser más que una afición, es un estilo de vida muy arraigado que la crítica lejos de amilanarla, termina por hacerla más fuerte, y eso lo han visualizado y aprovechado políticos y partidos que lucran con la identidad de los aficionados con tal o cual equipo, donde incluso gobiernos de diversos estados han inyectado cientos de millones de pesos a equipos profesionales, siendo que estos últimos representan una empresa privada; para entender un poco más lo que es el fútbol, resultaría muy conveniente echarle un vistazo a los magníficos libros y ensayos que sobre este deporte ha elaborado el escritor mexicano Juan Villoro... ah, y aprovechando el viaje, Cruz Azul le pasará por encima a las aguiluchas...
Respecto al fútbol, la gente que nos critica acremente a los pamboleros a través de las redes sociales, desconoce que este deporte representa un fenómeno social que se suscita en todo el mundo, que mueve masas y miles de millones de dólares anualmente y que sostiene a cientos de familias a lo largo y ancho del país; desconoce que muchos nos formamos a la sombra de esta actividad deportiva y que en gran medida contribuye a impedir que miles de niños y jóvenes sean absorbidos en esta funesta dinámica delincuencial que los copta trastornando con ello no sólo su vida sino a la par la de su familia.
Esas mismas personas, tienen entre sus fuentes de consulta y cita a periódicos como La Jornada y al semanario Proceso, pues bien, dichos medios de información cuentan con una sección de deportes en la cual no dejan de proyectar información precisamente referente al fútbol; entonces, ¿qué pasa ahí? pues pasa que no hay congruencia y muy poca capacidad de disertar y escaso bagaje de información, de análisis y conocimiento del entorno social.
No se equivoquen, que nos guste el fútbol no quiere decir que no seamos personas conscientes, no por ver un partido perdemos la sensibilidad de la realidad ni nos distraemos de las cuestiones sociales que aquejan al país, tal como algunos -sin bases- pretenden hacernos ver; por lo que se ve, esa gente nunca ha estado en un campamento de protesta, porque se hubiera dado cuenta que ahí, también los campistas, los manifestantes, veían (y ven) los partidos y no por ello, pierden de vista su lucha, su objetivo.
La consciencia de izquierda, para cumplir con el postulado de progresista, requiere de apertura, de modernizarse, sí de ideología, pero ya no en el discurso, eso ya no funciona, debe ser flexible y razonable, porque se critica a quienes tienen poca o nula cultura y posterior, se les pide su apoyo, así no funciona, no se considera que ese sector es el más amplio en el país y el que requiere más atención; pero no con insultos, no con sectarismos, aceptando sus atavismos y educándolos, formándolos en las cuestiones sociales para así, construir bases territoriales sólidas a la vez que dinámicas, versátiles y modernas.
Por tal razón, la izquierda y el fútbol, siendo la primera de carácter ideológico y la segunda, un fenómeno social, no necesariamente se autoexcluyen una de la otra, puesto que, para muchísima gente el fútbol llega a ser más que una afición, es un estilo de vida muy arraigado que la crítica lejos de amilanarla, termina por hacerla más fuerte, y eso lo han visualizado y aprovechado políticos y partidos que lucran con la identidad de los aficionados con tal o cual equipo, donde incluso gobiernos de diversos estados han inyectado cientos de millones de pesos a equipos profesionales, siendo que estos últimos representan una empresa privada; para entender un poco más lo que es el fútbol, resultaría muy conveniente echarle un vistazo a los magníficos libros y ensayos que sobre este deporte ha elaborado el escritor mexicano Juan Villoro... ah, y aprovechando el viaje, Cruz Azul le pasará por encima a las aguiluchas...
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