SAN FRANCISQUITO, EL BARRIO VÍCTIMA
Por Enrique Zamudio
Miércoles 05 de Junio/2013
Alguien tenía que padecer el progreso de Querétaro y le tocó al Barrio de San Francisquito. Sus habitantes recuerdan la tranquilidad de sus andadores, las "cascaritas" en la calle: añoran las épocas de camaradería, de solidaridad de las familias. Extrañan ser un "barrio" y todo lo que eso implica.
Hoy, el tradicional Barrio de San Francisquito se caracteriza por ser un lugar hostil donde persiste la inseguridad en sus calles, donde los vagos se han apoderado de la colonia y donde destaca la siempre ausente presencia policiaca.
"Teníamos que sufrir el progreso de Querétaro. No podíamos quedarnos así", reflexiona doña Carmen Ramírez, oriunda de San Francisquito, quien ve con nostalgia aquellos ayeres de tranquilidad en el Barrio.
"Pasamos de vivir a gusto y en paz, a vivir con tanta violencia".
Doña Carmen ha sido testigo de la transformación del Barrio de San Francisquito. Del camino de tierra al asfalto en la calle 21 de marzo; de las peleas a "mano limpia" a la cobardía del navajazo; del silbato de la policía, a la incompetencia de la Policía Municipal.
"Antes, la policía montada sí eran autoridades y eran respetados", recuerda doña Carmen. "Hoy ni vienen", sentencia.
"¿HACEN JUSTICIA O HACEMOS JUSTICIA?"
La esquina de 21 de marzo e insurgentes Queretanos se ha convertido en el punto de reunión de borrachines, marihuanos y "monas". Todos los días se concentran junto debajo de una cámara de seguridad que los vecinos aseguran que no funciona.
"Aquí lo que sobran son drogadictos", asegura Jesús Estrada, vecino de San Francisquito, quien califica como insoportable la situación. "Molestan a la gente y cada vez va de peor en peor".
Jesús Estrada recuerda las cascaritas en el CREA, las apuestas entre los equipos del barrio, rememora esos días donde la victoria era paga con "Chaparritas" o el refresco "Sansón".
"Antes el barrio era más sano, había convivencia y los bailes eran tranquilos", señala Jesús Estrada. "Ahora ya no es posible organizar nada. Vienen los de Soluciones y yo les digo que no pongan música, que no hagan fiestas, porque los que salimos afectados somos nosotros".
El problema -explica- es que los teporochos inician su borrachera desde temprano y se la siguen hasta altas horas de la noche. A tal grado ha llegado el cinismo de estos malandrines, que incluso han bajado cables y conectado guitarras eléctricas para realizar infames tertulias en plena vía pública.
"¿Van a hacer justicia las autoridades o hacemos justicia por nuestras propias manos?", cuestiona Jesús Estrada, quien lamenta que las mismas familias, vecinas del barrio, protegen a los vagos cuando la policía acude al lugar.
La escena se repite casi todas las tardes, ya que por las mañanas sólo es posible ver a algunos perdidos deambular por el barrio. Incluso el parque infantil del Barrio, decorado por grafitis y adornado por envases de caguamas, ya fue ocupado por miembros del Escuadrón de la Muerte.
"Ahorita uno casi no los ve, seguro están dormidos, pero al rato al que no dejan dormir es a uno", afirma doña Maru, otra vecina del lugar, quien prefiere ya no acercarse a algunos sitios del barrio que destacan por su inseguridad como es la esquina del 21 de marzo y Doctor Lucio, zona reconocida por robos a automóviles y ataques a taxistas.
"Son borrachines, pero son buenas personas. Cuando una pasa delante de ellos nomás dicen: 'pásele jefesita", indica doña Consuelo Osornio, quien atribuye el aumento de drogadictos y alcohólicos a la desintegración familiar.
Doña Consuelo considera que lo más grave de esta situación es que las nuevas generaciones crecen viendo este tipo de escenas y muchas veces los siguen. "Aquí no se ve dónde venden la droga, nomás se ve que la consumen y unos ya empiezan desde chiquillos", aseguran.
"Antes, la policía montada sí eran autoridades y eran respetados", recuerda doña Carmen. "Hoy ni vienen", sentencia.
"¿HACEN JUSTICIA O HACEMOS JUSTICIA?"
La esquina de 21 de marzo e insurgentes Queretanos se ha convertido en el punto de reunión de borrachines, marihuanos y "monas". Todos los días se concentran junto debajo de una cámara de seguridad que los vecinos aseguran que no funciona.
"Aquí lo que sobran son drogadictos", asegura Jesús Estrada, vecino de San Francisquito, quien califica como insoportable la situación. "Molestan a la gente y cada vez va de peor en peor".
Jesús Estrada recuerda las cascaritas en el CREA, las apuestas entre los equipos del barrio, rememora esos días donde la victoria era paga con "Chaparritas" o el refresco "Sansón".
"Antes el barrio era más sano, había convivencia y los bailes eran tranquilos", señala Jesús Estrada. "Ahora ya no es posible organizar nada. Vienen los de Soluciones y yo les digo que no pongan música, que no hagan fiestas, porque los que salimos afectados somos nosotros".
El problema -explica- es que los teporochos inician su borrachera desde temprano y se la siguen hasta altas horas de la noche. A tal grado ha llegado el cinismo de estos malandrines, que incluso han bajado cables y conectado guitarras eléctricas para realizar infames tertulias en plena vía pública.
"¿Van a hacer justicia las autoridades o hacemos justicia por nuestras propias manos?", cuestiona Jesús Estrada, quien lamenta que las mismas familias, vecinas del barrio, protegen a los vagos cuando la policía acude al lugar.
La escena se repite casi todas las tardes, ya que por las mañanas sólo es posible ver a algunos perdidos deambular por el barrio. Incluso el parque infantil del Barrio, decorado por grafitis y adornado por envases de caguamas, ya fue ocupado por miembros del Escuadrón de la Muerte.
"Ahorita uno casi no los ve, seguro están dormidos, pero al rato al que no dejan dormir es a uno", afirma doña Maru, otra vecina del lugar, quien prefiere ya no acercarse a algunos sitios del barrio que destacan por su inseguridad como es la esquina del 21 de marzo y Doctor Lucio, zona reconocida por robos a automóviles y ataques a taxistas.
"Son borrachines, pero son buenas personas. Cuando una pasa delante de ellos nomás dicen: 'pásele jefesita", indica doña Consuelo Osornio, quien atribuye el aumento de drogadictos y alcohólicos a la desintegración familiar.
Doña Consuelo considera que lo más grave de esta situación es que las nuevas generaciones crecen viendo este tipo de escenas y muchas veces los siguen. "Aquí no se ve dónde venden la droga, nomás se ve que la consumen y unos ya empiezan desde chiquillos", aseguran.
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