La situación de los Gallos Blancos no puede, o no debe analizarse desde un punto de vista deportivo solamente, debe observarse como un fenómeno social que tiene en la incertidumbre a miles de queretanos, ricos, pobres, buenotas, otras no tan buenas pero enjundiosas, grifos, pedotes, fresas, en fin, de todos colores y sabores que se encuentran inciertos del futuro de los plumiferos.
Ahora con la jalada del pago por evento de los partidos como local, los pocos bares que pagan dicho evento se encuentran hasta las cachas, el día que juegan aunque sea de visitantes como sucedió el pasado sábado, las playeras rayadas en negro y azul salen a relucir identificándose la afición con los colores del equipo local.
Cerca de mil personas arribaron al Coloso de Santa Ursula el día que enfrentaron a las puercas águilas del América y este domingo se espera un lleno completo para recibir a los Tigres de la UANL, donde se juega más que la permanencia de los Gallos en el máximo circuito, se juega lo que para muchos comenzaba a convertirse en un estilo de vida, la gallomanía, los sábados de fútbol, de gritar, de creer desinteresadamente en el equipo (me refiero a los verdaderos aficionados, no a los oportunistas como Francisco Caretudo, Fernández de Cevallos entre otros).
Independientemente de todo el mal manejo que se hizo del equipo desde su ascenso, también fueron obvias las pinches marranadas que desde la Federación Mexicana de Fútbol le hicieron para que descendieran y se salvara el Santos de Torreón, cuyos dueños son los del grupo modelo de la vieja Aramburuzavala o un pedo así, que se caso con un puerco gringo, embajador gabacho en nuestro país que más que llevarse una mexicana, se llevará un chingo de dólares.
Nos vemos el sábado en las tribunas del Corregidora para fundir a los pinches Tigres y nos seguimos hasta el Jalisco para mandar al infierno a los que con billete han comprado hasta el momento la permanencia en Primera División.
Ahora con la jalada del pago por evento de los partidos como local, los pocos bares que pagan dicho evento se encuentran hasta las cachas, el día que juegan aunque sea de visitantes como sucedió el pasado sábado, las playeras rayadas en negro y azul salen a relucir identificándose la afición con los colores del equipo local.
Cerca de mil personas arribaron al Coloso de Santa Ursula el día que enfrentaron a las puercas águilas del América y este domingo se espera un lleno completo para recibir a los Tigres de la UANL, donde se juega más que la permanencia de los Gallos en el máximo circuito, se juega lo que para muchos comenzaba a convertirse en un estilo de vida, la gallomanía, los sábados de fútbol, de gritar, de creer desinteresadamente en el equipo (me refiero a los verdaderos aficionados, no a los oportunistas como Francisco Caretudo, Fernández de Cevallos entre otros).
Independientemente de todo el mal manejo que se hizo del equipo desde su ascenso, también fueron obvias las pinches marranadas que desde la Federación Mexicana de Fútbol le hicieron para que descendieran y se salvara el Santos de Torreón, cuyos dueños son los del grupo modelo de la vieja Aramburuzavala o un pedo así, que se caso con un puerco gringo, embajador gabacho en nuestro país que más que llevarse una mexicana, se llevará un chingo de dólares.
Nos vemos el sábado en las tribunas del Corregidora para fundir a los pinches Tigres y nos seguimos hasta el Jalisco para mandar al infierno a los que con billete han comprado hasta el momento la permanencia en Primera División.
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