Por Ramón Martínez de Velasco
Desgraciadamente en nuestros días aún no se ha podido erradicar del todo la nefasta práctica del periodismo chayotero. Es más es una costumbre de muchos de los dizque comunicadores que en la ciudad de Querétaro se hacen pasar por honestas palomas blancas y campeones de la información y paladines de la honestidad.
Es tan patético que ha habido casos de pseudo reporteros que supuestamente buscando la noticia entrevistan a un carnicero para que éste les regale el kilo de bistec de res. Gente que trabaja en oficinas de comunicación social inclusive comentan que el reportero va a pedirle dinero descaradamente para comprar una pizza.
Apolinar Ledesma Arreola, cuando fue procurador general de justicia compraba la buena voluntad de algunos reporteros al ofrecerles en uso uno de los vehículos decomisados para su uso, goce y disfrute. Autos que eran comúnmente vistos en hoteles de paso en lugar de estar siendo utilizados para trabajar.
Y es que es tan mísero el sueldo que recibe un reportero que inclusive los mismos dueños de los medios de comunicación tienen la filosofía del restaurantero, que piensa que es el cliente el que debe pagar mediante la propina el ingreso del mesero. En los medios pasa igual. Les dan un sueldito para que estos negocien la información y sobrevivan como puedan, para que cuando les dejen de ser útiles los despidan y les den además de una patada en el trasero, una fama de vendidos, y de bandidos, mientras que los empresarios después de que mediante su soldadito de la información fusilaban a sus enemigos, dejan después al reportero a merced de la furia del personaje en cuestión.
Es el caso de un ex reportero radiofónico que según me han dicho se queja de que su patrona le “tiraba línea” para hacer acres señalamientos sobre determinadas personas y se creó fama de golpeador. Pero no solo de golpeador era su fama, sino que también la tenía de ratero. Perteneciente también al gremio de los abogados, los profesionistas del derecho tenían un dicho cuando lo veían acercarse. Decían los leguleyos, “cuiden sus relojes que ahí viene ese güey”.
Nada más como ejemplo citemos que el reportero portaba un fino reloj Mido, que le fue “obsequiado” por un abogado luego de un elevado número de peticiones del citado reportero. Ahora este reportero no encuentra trabajo en medios de comunicación y puede que tenga que dedicarse a otra cosa porque me dicen está, quemadísimo. La ARLM Asociación de Reporteros Libres de México a la que orgullosamente pertenezco, tiene como premisa fundamental trabajar la información sin ningún tipo de compromiso. El ejercicio periodístico libre es la satisfacción más grande del comunicador. Quien esto escribe aborrece el periodismo del cochupo y del chayote. Casos como los del reportero radiofónico citado, quien para colmo, fue denunciado por hostigamiento sexual por una jovencita que repartía volantes en plazas públicas son negros ejemplos de lo que no queremos ser. Es por ello que seguiremos ejerciendo el libre pensamiento. No queremos ser como ese gilipolla que hoy vaga por el limbo de la información sin encontrar donde poder seguir gozando de los privilegios de ser periodista. Periodista chayotero, claro
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