Mientras en el cruce de Periférico y Ferrocarril de Cuernavaca en la capital del país se registraba un accidente de consecuencias fatales, en los Estados Unidos de Norteamérica se estaba gestando el contundente triunfo de Barack Obama en la contienda presidencial de ese país.
Los jilgueros de las dos principales cadenas televisivas de México, no atinaban a informar de tan importantes acontecimientos; en el primero de ellos, falleció el secretario de Gobernación de origen español, Juan Camilo Mouriño, a quien los mencionados lectores de noticias se encargaron de crearle una historia ficticia de estadista y de ser un hombre íntegro que contribuyó enormemente al desarrollo del país al que se acogió más por ambición que por convicción.
El presidente espurio, Felipe Calderón Hinojosa, también hizo su parte en esta obra de teatro de final trágico, salió en cadena nacional a resaltar la figura del firmante de los contratos de Pemex con Ivancar, pintándolo como un hombre “inteligente, leal, comprometido con su país y trabajador”, asignándole implícitamente en su discurso, un lugar entre los héroes nacionales que nos dieron patria.
En otro lugar, Barack Obama comenzaba a celebrar su triunfo sobre el republicano John McCain, sin duda un suceso de importancia mayor para nuestro país y para la historia misma, pues, además de ser el primer presidente negro del país de las barras y las estrellas, también se siembran en el demócrata muchas esperanzas en millones de mexicanos de que sea una verdadera válvula de escape que les permita salir del atolladero en que se encuentran gracias a las políticas elitistas implementadas en su propio país.
¿Qué implicaciones tendrán estos dos acontecimientos para México?
En el caso del fallecimiento de Mouriño, registrará –dolorosamente para sus familiares- una perfecta cortina de humo que aprovechará Calderón para tratar de recuperar posiciones perdidas, reflejadas en la evidente pérdida de credibilidad en amplios sectores de la sociedad debido a las erróneas políticas sociales y de seguridad, principalmente.
Juan Camilo deja un enorme hueco dentro de Acción Nacional y no precisamente por sus aportaciones al desarrollo del país como lo señaló Fecal y lo han repetido incansablemente los amaestrados repetidores de noticias, más bien por el apoyo incondicional que recibía del propio Calderón a pesar de los evidentes negocios ilícitos realizados por su extinto secretario de Gobernación con pleno conocimiento de Felipe.
Este espacio dejado por Mouriño, alborotará aún más las aguas al interior del blanquiazul, sobre todo se hará manifiesto entre aquellos militantes panistas que veían a Juan Camilo como una persona que poseía un amplio poder dentro del PAN y que representaba un fuerte aspirantes para contender por la presidencia en el 2012, todo esto gracias a la cercanía que mantenía con Felipe Calderón Hinojosa.
En el caso del triunfo de Obama, la situación se extiende más allá de una simple política exterior, de un acercamiento para mantener buenas relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos de Norteamérica y el de México, el mismo usurpador de Los Pinos mantiene velas encendidas para que Barack le haga el trabajo que él no ha podido realizar en estos dos años: sacar adelante la -tan anunciada durante el gobierno foxista -reforma migratoria integral, y que desde el norte lleguen apoyos de todo tipo para combatir la delincuencia.
Ambas situaciones tendrán que esperar por lo menos un par de años, ya que en la agenda de quien ocupará La Casa Blanca a partir del 20 de enero del año próximo, se encuentra como prioridad resolver el problema financiero de su país por un lado, y retirar a los miles de soldados asentados en Irak principalmente, terminando con esto la guerra estéril con ese país donde han perdido la vida más de tres mil soldados norteamericanos y los gastos de su estancia ascienden a 10 mil millones de dólares mensuales.
Dos acontecimientos que sin duda tendrán repercusiones en la política de nuestro país, y que debemos seguir con detenimiento para interpretar correctamente los próximos sucesos que se registren, ya que mediáticamente se presentará un sesgo conveniente para quien hoy gobierna pésimamente.
Los jilgueros de las dos principales cadenas televisivas de México, no atinaban a informar de tan importantes acontecimientos; en el primero de ellos, falleció el secretario de Gobernación de origen español, Juan Camilo Mouriño, a quien los mencionados lectores de noticias se encargaron de crearle una historia ficticia de estadista y de ser un hombre íntegro que contribuyó enormemente al desarrollo del país al que se acogió más por ambición que por convicción.
El presidente espurio, Felipe Calderón Hinojosa, también hizo su parte en esta obra de teatro de final trágico, salió en cadena nacional a resaltar la figura del firmante de los contratos de Pemex con Ivancar, pintándolo como un hombre “inteligente, leal, comprometido con su país y trabajador”, asignándole implícitamente en su discurso, un lugar entre los héroes nacionales que nos dieron patria.
En otro lugar, Barack Obama comenzaba a celebrar su triunfo sobre el republicano John McCain, sin duda un suceso de importancia mayor para nuestro país y para la historia misma, pues, además de ser el primer presidente negro del país de las barras y las estrellas, también se siembran en el demócrata muchas esperanzas en millones de mexicanos de que sea una verdadera válvula de escape que les permita salir del atolladero en que se encuentran gracias a las políticas elitistas implementadas en su propio país.
¿Qué implicaciones tendrán estos dos acontecimientos para México?
En el caso del fallecimiento de Mouriño, registrará –dolorosamente para sus familiares- una perfecta cortina de humo que aprovechará Calderón para tratar de recuperar posiciones perdidas, reflejadas en la evidente pérdida de credibilidad en amplios sectores de la sociedad debido a las erróneas políticas sociales y de seguridad, principalmente.
Juan Camilo deja un enorme hueco dentro de Acción Nacional y no precisamente por sus aportaciones al desarrollo del país como lo señaló Fecal y lo han repetido incansablemente los amaestrados repetidores de noticias, más bien por el apoyo incondicional que recibía del propio Calderón a pesar de los evidentes negocios ilícitos realizados por su extinto secretario de Gobernación con pleno conocimiento de Felipe.
Este espacio dejado por Mouriño, alborotará aún más las aguas al interior del blanquiazul, sobre todo se hará manifiesto entre aquellos militantes panistas que veían a Juan Camilo como una persona que poseía un amplio poder dentro del PAN y que representaba un fuerte aspirantes para contender por la presidencia en el 2012, todo esto gracias a la cercanía que mantenía con Felipe Calderón Hinojosa.
En el caso del triunfo de Obama, la situación se extiende más allá de una simple política exterior, de un acercamiento para mantener buenas relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos de Norteamérica y el de México, el mismo usurpador de Los Pinos mantiene velas encendidas para que Barack le haga el trabajo que él no ha podido realizar en estos dos años: sacar adelante la -tan anunciada durante el gobierno foxista -reforma migratoria integral, y que desde el norte lleguen apoyos de todo tipo para combatir la delincuencia.
Ambas situaciones tendrán que esperar por lo menos un par de años, ya que en la agenda de quien ocupará La Casa Blanca a partir del 20 de enero del año próximo, se encuentra como prioridad resolver el problema financiero de su país por un lado, y retirar a los miles de soldados asentados en Irak principalmente, terminando con esto la guerra estéril con ese país donde han perdido la vida más de tres mil soldados norteamericanos y los gastos de su estancia ascienden a 10 mil millones de dólares mensuales.
Dos acontecimientos que sin duda tendrán repercusiones en la política de nuestro país, y que debemos seguir con detenimiento para interpretar correctamente los próximos sucesos que se registren, ya que mediáticamente se presentará un sesgo conveniente para quien hoy gobierna pésimamente.
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