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domingo, abril 10, 2011

NARCOTRÁFICO

SOBRE CALDERÓN, LAS CONSECUENCIAS DE ESTA GUERRA

El asesinato de su hijo Juan Francisco puso al poeta Javier Sicilia al frente de un movimiento nacional contra la violencia que hizo fructificar su dolor de padre y multiplicó su voz al sumarse a la de miles de personas en todo el país, en las marchas del miércoles 6. Antes de gritar él mismo: "¡Basta! ¡Ni un muerto más!", Sicilia se reunió con el presidente Felipe Calderón, le demandó que escuchara ese clamor y aceptara replantearse la estrategia contra el narco. En entrevista, el poeta narra que el mandatario admitió errores... pero finalmente anunció que continúa la guerra a cualquier costo.
Por José Gil Olmos
Proceso 1797 / 10 de Abril de 2011
Javier Sicilia es un luchador social formado desde los ochenta en las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que pretendían influir en la transformación social y democrática de México y Latinoamérica en aquellos años. Hoy, el poeta está el frente de un movimiento nacional de protesta que el miércoles 6 se expresó con marchas simultáneas en 38 ciudades.
Su causa: acabar con la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico y que ha cobrado ya más de 35 mil vidas, una de ellas la de Juan Francisco Sicilia, su hijo.
Horas antes de la marcha que encabezó en Cuernavaca, Sicilia fue convocado y aceptó hablar con Felipe Calderón en Los Pinos. Le dijo al presidente que el país está en una emergencia nacional y le pidió cambiar la estrategia que ha seguido hasta ahora en materia de seguridad. Calderón reconoció que cometió errores, pero advirtió que no iba a modificar su método, narra a Proceso el poeta y colaborador de esta revista.
"Tuvimos un diálogo cordial y con mucha claridad en las diferencias. Felipe Calderón reconoció que se ha equivocado. Eso ya es importante: que un presidente pueda tener una autocrítica, que reconozca que es necesario replantear otra serie de cosas. Lamentablemente dijo que no va a cambiar, porque para él es la forma de enfrentarlo (al narcotráfico)", relata Sicilia, con muestras de cansancio y de duelo en so rostro de barba rala.
Ofrece detalles de la presunta autocrítica de Calderón: "He tenido errores', dijo en algún momento, 'he tenido equívocos'. Eso es muy importante, porque cuando alguien no hace una cura de humildad y no se hace una autocrítica, entonces hay que temer. Creo que hay en el presidente una capacidad de autocrítica. Evidentemente desató una guerra que lleva cuatro años y medio, sacó al Ejército a las calles, y es muy difícil para él recular. Por eso digo que nos sentemos, no le carguemos la responsabilidad a él. Calderón la desató, se equivocó, pero ya todos estamos aquí y los costos han sido muy altos para todos. Hay que sumarse para encontrar una solución entre todos".
-¿Dijo en qué se equivocó?
-Nunca lo precisó, pero creo que tiene una carga muy fuerte de que quizá se precipitó, se euivocó en esta guerra y en las consecuencias. Creo que está cargando duramente esta guerra que, sigo insistiendo, está mal hecha, mal planteada y mal dirigida. Calderón trae sobre sus hombros y en su corazón las consecuencias que ha traído esta guerra y yo vuelvo a apelar: vamos a convocar a un diálogo nacional, con humildad y poniendo como prioridad a la nación. Hay que hacer un alto, una tregua.
Sicilia tenía la esperanza de que, tras escuchar el clamor de las marchas en las que miles de ciudadanos exigieron el retorno del Ejército a sus cuarteles y los gritos de "no más sangre", Calderón cambiara la estrategia. Pero no lo hizo.
Un día después de las manifestaciones, en la clausura de la 28 Conferencia Internacional para el Control de las Drogas, en Cancún, Calderón se justificó:
"Mi gobierno ha estado siempre abierto a la crítica, a la propuesta responsable en el tema. Ninguna política pública, por extraña que sea, nos parece desdeñable desde su principio; simplemente, mientras no se muestren alternativas de mayor beneficio o de menor costo para la sociedad y para las personas, seguiremos siendo contundentes en la aplicación de la ley, en el combate al crimen organizado y en la aplicación de una política integral de prevención, contención y combate a los grupos criminales."
Narra que en el encuentro con Calderón estuvieron presentes, y muy nerviosos, el secretario de Gobernación, Francisco Blake, el entonces procurador interino Jorge Alberto Lara y el vocero del Consejo de Seguridad, Alejandro Poiré.
Al final, dice, Calderón "sigue insistiendo en esta forma de abordar el asunto. Nosotros no creemos que por ahí sea. No tenemos tampoco una respuesta, pero creo que está debe salir de un diálogo que tenga como punto clave que estamos frente una emergencia nacional. Por eso espero que (Calderón) convoque a un diálogo, pero no para imponer una línea y que nos sumemos a su lucha, sino para replantear todo y pensar cuál es el camino adecuado".

El silencio de los justos

Javier Sicilia es un intelectual de profunda formación católica y comprometido con las causas sociales. Óscar Sicilia, su padre, tuvo una empresa de textiles, pero en la soledad era un poeta. De ahí heredó Javier esta vocación, aunque en algún momento de su juventud quiso ser sacerdote jesuita luego de estudiar el bachillerato en el Inhumyc (Instituto de Humanidades y Ciencia), una escuela de los Misioneros del Espíritu Santo que formaba a sus alumnos con un alto nivel de valores y compromiso social.
Al final optó por la poesía porque, dice, no pudo "con el voto de obediencia papal". Su rebeldía permanente y su alta estimación de la espiritualidad unida a la lucha social lo llevó a participar en las CEB que monseñor Sergio Méndez Arceo impulsó en todo el país hasta constituir una red que acompañó las luchas por la democracia en los ochenta.
"Estaba yo muy joven -recuerda Sicilia-; simplemente estuve muy cercano a las comunidades en el sentido de ver realmente cómo la fe bajaba y se hacía carne en el pueblo, entre los pobres."
Hacia 1994, cuando se dio a conocer internacionalmente el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), Javier se unió a la propuesta de transformar al país mediante un diálogo nacional. Viajó a Chiapas en varias ocasiones para defender los Acuerdos de San Andrés sobre los derechos de los pueblos indígenas. En una de estas ocasiones lo acompañó su hijo Juan Francisco.
Ese mismo año fundó la revista Ixtus, desde la cual, hasta 2007, insistió en su crítica a la modernidad desde el Evangelio y desde la espiritualidad de personajes como Gandhi, Iván Illich y Giuseppe Lanza del Vasto, el "apóstol de la no violencia".
En el número de invierno de 1995, Sicilia publicó una revista con el abad vitalicio de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulemburg, en la que el prelado dijo que no creía en las apariciones de la Virgen de Guadalupe pero respetaba la enorme devoción que le tiene le pueblo mexicano. La publicación fue usada un año después por el obispo Norberto Rivera para sacar a Schulemburg de la basílica, manipulando el recurso eclesiástico del "odio del pueblo". Sicilia aclara que nunca tuvo la intención de perjudicar al abad.
Tras el cierre de Ixtus creó una nueva revista, Conspiratio, que en su presentación explica: "Es una publicación bimestral que pretende hacer una profunda arqueología de nuestra vida social: economía, escuela, Estado, Iglesia, energía, desarrollo, desde una perspectiva que ni la izquierda ni la derecha políticas de México han adoptado. Quiere provocar el replanteamiento de las estructuras sociales y culturales de occidente para generar un espacio de reflexión y debate que dé como frutos panoramas alternativos para una sociedad más humana".
En 2001 se unió al movimiento de defensa cultural y ecológica del Casino de la Selva, edificio de la capital de Morelos cuyos murales y restos arqueológicos fueron afectados por la construcción de un supermercado.
"Creo en lo que decía Camus, que en la labor del escritor, y en mi caso de poeta, está el compromiso, eso es lo que hace la diferencia. Yo llevo mucho esta formación, en la poesía, en la vida política, pero en el sentido verdadero de la palabra, de la vida ciudadana, de la vida de todos, no de la partidista", precisa.

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