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domingo, mayo 15, 2011

NARCOTRÁFICO

El intocable
Con intención o sin ella, Javier Sicilia colocó al presidente Calderón -en el mitin con el que culminó la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad en el Zócalo de la Ciudad de México- en una situación límite: despedir o no al hombre al que, se ha visto, no puede tocar. Con su inesperada exigencia, el poeta y periodista pareció sacrificar mediáticamente el contenido del pacto que su movimiento propone, en aras de un golpe a las fibras ínitimas del mandatario. Por Calderón y para Calderón, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública ha sobrevivido a reiterados fracasos, escándalos por malos manejos de dinero, señalamientos de sus presuntos vínculos con el narco y al naufragio de su dependencia en la corrupción.
Por Ricardo Ravelo
Proceso 1802 / 25 de mayo de 2011
Tras de una década de estar al frente de la Policía Federal y del combate al crimen organizado, Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), arrastra una larga historia de fracasos, escándalos de corrupción, presuntos nexos con el narcotráfico, protección de policías con antecedentes penales y amenazas a periodistas y medios de comunicación.
Debido precisamente al fracaso de la estrategia para combatir a los cárteles y a la falta de instrumentos para frenar la avasallante violencia que atenaza al país, agentes federales, empresarios y miles de personas agraviadas por los crímenes piden la renuncia de Genaro García Luna, en quien recae buena parte del fracaso gubernamental ante el crimen organizado.
Pese a la reiterada exigencia de que sea destituido del cargo, García Luna sigue al frente de la SSP, tan poderoso como impune, a pesar de las malas cuentas que ha entregado en materia de seguridad en poco más de 10 años de gestión en dos administraciones federales.
García Luna no sólo encabeza la dependencia con mayor presupuesto después de la Secretaría de la Defensa Nacional -dispone de más de 30 mil millones de pesos-, sino que cuenta con más de 70 mil elementos y una fuerte influencia en el gabinete federal, al grado de que se le considera el funcionario consetido del presidente Felipe Calderón.
No obstante los privilegios del secretario y de que se muestra como uno de los hombres uqe mejor conoce los temas policiacos y de criminalidad, la violencia generada por el narcotráfico no ha podido ser frenada; tampoco se ha desarticulado a ninguna organización criminal y, peor aún, el narco sigue creciendo, impune, en todo el país, generando más violencia y corrupción.

Su propio proyecto

Durante todo el sexenio de Fox dirigió la Agencia Federal de Investigación (AFI), una corporación que él mismo creó y que seis años después, contaminada por el narcotráfico, desapareció. Desde diciembre de 2006 encabeza la SSP, donde impulsaba otro de sus proyectos más ambiciosos: la Policía Nacional.
Transcurridos más de cuatro años del gobierno de Calderón y de su guerra contra el narcotráfico, los cárteles de la droga no sólo se han fortalecido, sino que ahora se multiplican: ahora ya son 12 los que operan en el país, y sus dominios se extienden más allá de las fronteras.
Se trata de los cárteles de Sinaloa, de Juárez, del Golfo, Los Zetas, de Tijuana, La Familia Michoacana, el de los hermanos Beltrán Leyva, el cártel del Pacífico Sur, la organización Díaz Parada, los Amezcua Contreras, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y La Resistencia.
Ante la ola de criminalidad que azota al país -en poco más de cuatro años de gobierno se registran 40 mil muertos relacionados con ella-, García Luna ha reconocido su fracaso ante los diputados, pues admite que el gobierno, dl que él forma parte, no ha podido aplicar una política de Estado contra la criminalidad.
No obstante los antecedentes y desatinos del secretario, el presidente Felipe Calderón lo sostiene en el cargo que le confirmó en diciembre de 2006, a pesar de que desde 2008 altos mandos de la AFI le informaron que García Luna "lo engañaba" y que tenía "vínculos con el narcotráfico".
Uno de los primeros agentes que le advirtió a Calderón de los riesgos de mantener a García Luna al frente de la SSP fue Javier Herrera Valles, excoordinador de Seguridad Regional de la Policía Federal, quien después de denunciar la corrupción de mandos y protección a policías corruptos en esta corporación fue encarcelado en mayo de 2008 bajo cargos de delincuencia organizada. De esa forma fue acallado, y hoy sigue preso en un penal de alta seguridad en Tepic, Nayarit.
En una de las cartas que le envió en 2008, Herrera Valle le dijo a Calderón que García Luna fue el artífice de un modelo policiaco diseñado "para simular una batalla" contra el narcotráfico, mientras en realidad este funcionario sirve al cártel de Sinaloa.
No fue es la primera vez que García Luna -quien se formó en los sótanos del Cisen como espía- era señalado por su presunta colusión con el cártel que encabeza Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y de haber brindado protección a la célula de los hermanos Beltrán Leyva cuando formaban parte del cártel sinaloense.
Desde 2005, cuando García Luna dirigía la AFI -entonces considerada una policía "modelo" por sus alcances operativos y tecnológicos-, comenzó a ser mencionado en expedientes ministeriales como presunto protector de esa organización criminal. Extrañamente, no se le investigó en el sexenio foxista ni en el actual.
Por ejemplo, en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/106/2005 se señala al titular de la SSP como protector de Arturo Beltrán Leryva, El Barbas, quien en 2005 vivía cómodamente en Acapulco bajo el cuidado de agentes de la AFI.
En dichas indagatorias se incluyen transcripciones de llamadas telefónicas y correos electrónicos de personas que se identificaron como miembros del cártel del Golfo. Según ellos, García Luna recibía pagos millonarios de los hermoanos Beltrán Leyva -a quien en algún tiempo se les llamó Los Tres Caballeros- a cambio de protección y de mantenerlos informados sobre los operativos en su contra.
En 2005, los Beltrán Leyva aún estaban unidos al cártel de Sinaloa, que goza de protección desde el sexenio pasado, luego de que El Chapo Guzmán se fugó del penal de Puente Grande, Jalisco. En ese tiempo dominaban Guerrero, el Estado de México, Michoacán y Querétaro; se afirma también que se refugiaban en la Ciudad de México bajo el resguardo de policías federales y de militares.

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