SE REANUDA LA LIGAMX LEÓN VS MAZATLÁN

lunes, noviembre 27, 2006

El dólar y el euro en la coyuntura actual

La moneda que cubre las funciones de dinero mundial sigue siendo el dólar. Es medida general de valores, medio de circulación, medio de atesoramiento y medio de pago; en fin, “concreción material, absolutamente social, de la riqueza en general”, como lo sintetiza Marx en El Capital, por citar algunas de las funciones esenciales.
Para la oligarquía estadounidense, el dólar es una de sus principales armas de conquista y de dominio, junto con la supremacía político-militar que ostenta a nivel mundial. Su país es el centro emisor de esta moneda y ello le brinda amplias ventajas que le permiten el control de los hilos financieros más relevantes y la adquisición casi gratuita de materias primas fundamentales para la reproducción del capital, tales como el petróleo y el gas.
Cuando la circulación planetaria de las materias primas fundamentales está mediada por el dólar como medida de valor, esta moneda juega por tanto un papel esencial en la producción y la circulación del capital a nivel mundial, de igual forma, lo asume en la circulación mundial de mercancías y servicios, así como en el movimiento del capital financiero a través de las variadas formas que ha cobrado en la actualidad. Por lo tanto, en la acumulación y en el movimiento ficticio del capital a nivel global, en ambas esferas, el dólar constituye su medio de circulación por excelencia.
De igual forma, como medio de atesoramiento el dólar también funge aún como la principal figura, pues a pesar de todo aproximadamente el 67% de las reservas de los bancos centrales en todo el planeta son en dólares, representando el euro sólo un 15% y el oro una mínima parte.[1]
No obstante esta posición hegemónica en el terreno monetario mundial, sin embargo no es única, como sucedía hasta fines del Siglo XX. La evolución de la Unión Europea como el Bloque económico más desarrollado y refinado ha generado una nueva situación, que año con año se afirma. La consolidación del euro como medio de circulación y medida general de los valores que se crean y distribuyen en este bloque ha generado un nuevo equivalente que cada día que pasa se vigoriza como dinero mundial. No sustituye al dólar como el equivalente hegemónico, pero sí va ocupando espacios cada vez mayores en el intercambio mundial, pues apenas a siete años de su aparición ya ha desbordado las fronteras de la Unión Europea para arribar a las funciones típicamente mundiales.
Las fuerzas que lo empujan constituyen, de un lado, las nuevas relaciones de producción que han brotado de la asociación regional de los capitales europeos bajo la Unión, el estímulo del proceso de acumulación motivado por esa nueva fuerza productiva que ha llevado a este bloque a ocupar el primer lugar en las exportaciones mundiales de mercancías, con la excepción de la industria de telecomunicaciones y de informática, de la textil y la del vestido, lidereadas por Asia Pacífico y, de otro lado, por la decadencia de la hegemonía de los Estados Unidos y en particular por la creciente debilidad de su moneda.
Desde que los Estados Unidos abandonaron la paridad del dólar con el oro, hemos presenciado una continua inflación global motivada principalmente por la emisión creciente de esta moneda. Si entre 1945 y 1965 el suministro mundial de dólares creció 55%, después de que se abandonó el patrón oro, la emisión creció más del 2,000% entre 1971 y 2001.[2]
Por otra parte, esta debilidad creciente está motivada por la condición deficitaria de la economía estadounidense, derivada no propiamente de las inercias de la anarquía de la producción, típica del desarrollo capitalista, sino de una política conscientemente dirigida por la oligarquía norteamericana, que ha llevado a que prácticamente todas las economías del planeta depositen cada vez más capital excedente mediante la compra de bonos del Tesoro y otros instrumentos gubernamentales.
Para fines de 2005, el déficit comercial de los EUA sumaba aproximadamente los 700 mil millones de dólares; el déficit fiscal de 2006 está proyectado para llegar a los 248 mil millones de dólares, casi el 2% de su PIB; por su parte, “además de la colosal deuda con el resto del mundo, las cargas de la deuda interna estadounidense han alcanzado niveles alarmantes en las tres últimas décadas, especialmente en la última. La deuda total estadounidense- pública y privada- se ha más que duplicado desde 1995. Oficialmente ahora es de alrededor de 34 billones de dólares. En 1995 era de alrededor de billones y "sólo" de 7 billones en 1985. Lo que es más alarmante, ha crecido más rápido que los ingresos para pagar sus intereses, o PNB.”[3]
Este enorme déficit propicia una gran fuerza de atracción de capitales de las restantes latitudes del planeta, como los 900 mil millones de dólares que tan sólo tienen depositados China y Japón en forma de bonos del Tesoro, pues de no hacerlo así, no sólo colapsaría la economía norteamericana sino que también arrastraría al conjunto del sistema hacia una crisis general de magnitudes nunca antes vistas.
Asimismo, en los Estados Unidos la deuda total de su población llegó a un récord en junio de 2006 al sumar 8.7 billones de dólares, el doble que en 1994, situación que refleja la gran separación entre el capital productivo y su reproducción con la circulación del capital y de manera particular con la enorme masa de capital ficticio que está presente[4]
Estos fenómenos son la base de la continua degradación del dólar, que se refleja en su proceso devaluatorio. Conviene así a la oligarquía norteamericana, pues aumentan la exportación de mercancías, con el consiguiente saldo negativo entre su población asalariada al recaer en ésta los costos de la devaluación de su moneda. A título de ejemplo, basta mencionar que si en 1970 el 30% de la fuerza de trabajo activa se encontraba laborando en la industria, hoy sólo lo hace el 11%.[5]
Por consiguiente, la escasa o nula acumulación de capital que se presenta en la economía norteamericana se compensa con la extracción de plusvalía a través del pago de intereses de la deuda, de la especulación, del narcotráfico y del flujo de los excedentes mundiales hacia el Departamento del Tesoro vía reservas.
En este contexto, la oligarquía norteamericana, junto con las oligarquías de mayor peso en el planeta, han decidido mantener al dólar como el medio global de circulación del capital, evitando que reviente por la condición interna de la economía estadounidense, siguiendo una política devaluatoria suave que evite el colapso en principio del frágil sistema monetario internacional. A quien más daña esta política es a Europa, pues “El comercio transatlántico (entre EUA y la UE) comprende el 20% del comercio total de cada una de las partes. Pero además cerca de un 60% de las inversiones en los EEUU provienen de Europa y un 45% de las inversiones norteamericanas en el exterior van a Europa.”[6]
A su vez, la fracción burguesa que detenta el gobierno actual de los EUA ha complementado esta línea con el aumento de las tasas de interés, lo que implica una mayor sustracción del excedente mundial y un mayor sometimiento en particular de los países no desarrollados al ser los más endeudados con el imperio.
Por otra parte, las guerras que mantiene en varios puntos del planeta revitalizan su economía interna, a la par que buscan el control de las materias primas fundamentales de la reproducción del sistema. ¿Cuánto esperan de ganancia si el presupuesto oficial autorizado para estas aventuras bélicas alcanzó los 500 mil millones de dólares en 2005? ¿Qué estratégica importancia mantiene aún el control del petróleo y el gas de Medio Oriente, de Venezuela y la Federación Rusa como para apostar la hegemonía militar a cambio de estas mercancías?
El dólar se mueve en este medio, pero de igual forma el euro. En los últimos meses el sistema financiero no estadounidense ha preferido a esta última moneda para mantener sus reservas, pues no son pocos los países que han cambiado parte de sus reservas en dólares por euros. De igual forma, desde la Guerra del Golfo varios países petroleros optaron por introducir al euro como medio de pago en sus transacciones internacionales, hasta llegar a las recientes operaciones de Venezuela; la guerra imperialista contra Irak también tuvo este tipo de decisiones como una de sus causales y, vista con más a detalle, también constituye una guerra contra la Unión Europea, contra ese nuevo proceso de maduración de relaciones de producción de tipo regional, superiores a las clásicas de corte colonial que estila el imperialismo norteamericano. También habrá que agregar ese distanciamiento, pequeño pero progresivo, que han asumido algunos países con respecto al dólar (como China, por ejemplo) al ya no hacer depender sus monedas al 100% con esa moneda.
A pocos años de su existencia, el euro va conquistando espacios que antes eran de dominio exclusivo del dólar; a pesar de la violenta respuesta de la oligarquía norteamericana, ya se perfila como dinero mundial en varias transacciones sin disputar, obviamente, aún el lugar preponderante que ocupa el dólar estadounidense. Sin embargo, no sólo en la Unión Europea se le ve como la carta fuerte que puede sustituir a aquél en el momento del colapso del sistema monetario mundial.
Aún estamos en el momento que señala Marx, cuando existen dos mercancías simultáneamente, sin sobresaltos, como medida de valor y consiguientemente todas las mercancías restantes tienen dos expresiones de precio distintas, en este caso, en dólares y en euros en el mercado mundial. Pero está latente el segundo escenario: aquel en el que los cambios de valor entre estas dos monedas lleguen a perturbar la proporción entre los precios de las mercancías en tal magnitud que “la duplicación de la medida de valor contradice la función de la misma”[7]
¿Cuándo se dará este momento de vacío? Cuando el carácter deficitario de la economía estadounidense devore con mayor vehemencia el excedente mundial y acentúe la desacumulación en otras latitudes como Europa y Asia Pacífico; cuando la burbuja del capital ficticio norteamericano estalle y arrastre a la economía mundial a una profunda crisis y cuando finalmente, exhausto el imperialismo norteamericano ante su aventura militarista, saque su bota de Irak ante la derrota producida por la resistencia; en fin, cuando la combinación de estas crisis haga imposible o dificulte el sostenimiento del dólar como medida general de los valores de las mercancías. ¿Cómo se resuelve dicha contradicción? Cuando las equivalencias entre las dos monedas se vuelvan a restablecer sin grandes sobresaltos, o sea, el dólar manteniéndose como la principal moneda mundial, sólo que con una relación de valor distinta frente a euro y en retirada o bien, abriéndose un ciclo en el que sea el euro ahora el equivalente general principal.

Miguel Ángel Lara Sánchez noviembre 6 de 2006

CULTURA, TRABAJO Y DEMOCRACIA, A.C.
San Jerónimo No. 27, Centro Histórico cutradem@yaho
[1] Fazio, Hugo. A Estados Unidos lo financia el resto del mundo. Página web de El Economista de Cuba. 2005

[2] F. William Engdahl- Crisis del Sistema Dólar estadounidense GlobalResearch.Ca. www.eleconomistadecuba.com
[3] Ibid.
[4] Ibid.
[5] Ibid.
[6] García Morales, Federico. La caída del dólar y la economía global. Diciembre de 2004. www.globalizacion.com
[7] La cita completa es la siguiente: “… si dos mercancías distintas –por ejemplo el oro y la plata- sirven simultáneamente como medida del valor, todas las mercancías tendrán dos expresiones de precio diferentes, precios en oro y precios en plata, que coexistirán sin sobresaltos mientras la relación que existe entre el oro y la plata se mantenga inalterada, por ejemplo 1:15. Pero todo cambio en esa relación de valor perturbará la proporción entre los precios áureos y los precios argénteos de las mercancías y demostrará así, de manera efectiva, que la duplicación de la medida del valor contradice la función de la misma” Marx, C. El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I, pág. 118, Ed. Siglo XXI, México, 1981.

No hay comentarios.: