Ayer me enteré que a últimas fechas y por órdenes de los (algunos) párrocos de las iglesias católicas, han estado retirando a las personas que venden a las afueras de estas tiendas de autoservicio fritangas y otros productos, pues les bajan la clientela, y como las limosnas de plano ya no rifan los enviados de Dios han apostado por entrarle de plano a la vendimia.
Esta situación se viene dando sobre todo en los templos ubicadas en colonias populares, que son las más en la entidad, incluso, han estado quitando a los micro,..no, nanoempresarios que se ubican ni siquiera afuera de las iglesias, tan sólo por encontrarse cerca de ellas ha sido motivo suficiente para su expulsión, sin lugar a dudas que la bondad de los que día con día predican la palabra de Dios, los que hacen del amor al prójimo su lema de campaña permanente, no encuadra con sus personales intereses.
Es justo aclarar que no todos son de la misma calaña que los que se identifiquen con las prácticas anteriores, he tenido la oportunidad de conocer a sacerdotes con una verdadera vocación de ayuda desinteresada a quien así lo requiera, sobre todo en poblaciones alejadas, donde viven en construcciones derruidas, con la escasa aportación de los lugareños pero que es suficiente para sustentar su estancia y los no muchos gastos que representa la manutención de esas edificaciones, tal parece que en lo que más gastan es en reportar su respectiva cuota al Vaticano por medio de la Basílica de Guadalupe Express como buenas concesionarias del banco más rico del mundo.
Esta situación se viene dando sobre todo en los templos ubicadas en colonias populares, que son las más en la entidad, incluso, han estado quitando a los micro,..no, nanoempresarios que se ubican ni siquiera afuera de las iglesias, tan sólo por encontrarse cerca de ellas ha sido motivo suficiente para su expulsión, sin lugar a dudas que la bondad de los que día con día predican la palabra de Dios, los que hacen del amor al prójimo su lema de campaña permanente, no encuadra con sus personales intereses.
Es justo aclarar que no todos son de la misma calaña que los que se identifiquen con las prácticas anteriores, he tenido la oportunidad de conocer a sacerdotes con una verdadera vocación de ayuda desinteresada a quien así lo requiera, sobre todo en poblaciones alejadas, donde viven en construcciones derruidas, con la escasa aportación de los lugareños pero que es suficiente para sustentar su estancia y los no muchos gastos que representa la manutención de esas edificaciones, tal parece que en lo que más gastan es en reportar su respectiva cuota al Vaticano por medio de la Basílica de Guadalupe Express como buenas concesionarias del banco más rico del mundo.
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