La Independencia de México y la Libertad de sus habitantes es lo que la historia oficial nos llama a festejar este 15 de septiembre, congregándonos en plazas grandes y pequeñas, qué importa, igual de atiborradas, y que juntos gritemos ¡Viva México! una y otra vez hasta que el tipo (menos patriota por cierto) que sujeta la liana que va atada al badajo, haya recetado los nombres de todos los héroes que nos dieron patria.
Los congregados llegan repletos de nacionalismo, con anchos sombreros y coloridos sarapes, qué importa que ni cuenta se den que dichos atuendos fueron característicos del acontecimiento histórico suscitado 100 años después, la Revolución Méxicana.
El festejo comienza desde temprano, con una fila que parece interminable de puestos que ofertan antojitos mexicanos, digo, para estar acorde a la fecha; los vendedores de banderas hace su agosto aunque por la crisis, apenas y si llegan a febrero, si bien les va.
A los asistentes no les asusta la lluvia, digo, si no les asustó el anuncio del secretario de Hacienda de que gravará todo el consumo de bienes y servicios con dos por ciento, que subirá el costo del internet, el servicio telefónico, las gasolinas, el disiel y el gas, entre muchos otros insumos domésticos, no creo que unas cuantas gotas o un chubasco si fuera el caso, tuviera la fuerza para intimidar a la chauvinista concurrencia.
Que el festejo siga, qué importa que de independencia no tengamos una brizna, que dependamos de todos los países del mundo menos de nosotros mismos, pues ni para el consumo interno, nos alcanza la producción.
En fin, fecha tan emblemática como paradógica la que en este momento miles de mexianos se encuentran festejando, hasta el secretario Agustín Carstens, que con Mario DI Constanzo, diputado federal del PT por el Distrito Federal, sudó la gota gorda hoy en la comparecencia en la Cámara de Diputados.
Y sí, ¡¡¡Que viva México y que el mundo siga rodando!!!
Los congregados llegan repletos de nacionalismo, con anchos sombreros y coloridos sarapes, qué importa que ni cuenta se den que dichos atuendos fueron característicos del acontecimiento histórico suscitado 100 años después, la Revolución Méxicana.
El festejo comienza desde temprano, con una fila que parece interminable de puestos que ofertan antojitos mexicanos, digo, para estar acorde a la fecha; los vendedores de banderas hace su agosto aunque por la crisis, apenas y si llegan a febrero, si bien les va.
A los asistentes no les asusta la lluvia, digo, si no les asustó el anuncio del secretario de Hacienda de que gravará todo el consumo de bienes y servicios con dos por ciento, que subirá el costo del internet, el servicio telefónico, las gasolinas, el disiel y el gas, entre muchos otros insumos domésticos, no creo que unas cuantas gotas o un chubasco si fuera el caso, tuviera la fuerza para intimidar a la chauvinista concurrencia.
Que el festejo siga, qué importa que de independencia no tengamos una brizna, que dependamos de todos los países del mundo menos de nosotros mismos, pues ni para el consumo interno, nos alcanza la producción.
En fin, fecha tan emblemática como paradógica la que en este momento miles de mexianos se encuentran festejando, hasta el secretario Agustín Carstens, que con Mario DI Constanzo, diputado federal del PT por el Distrito Federal, sudó la gota gorda hoy en la comparecencia en la Cámara de Diputados.
Y sí, ¡¡¡Que viva México y que el mundo siga rodando!!!
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