SE REANUDA LA LIGAMX LEÓN VS MAZATLÁN

miércoles, diciembre 13, 2006

ELOGIOS GRATUITOS AL PODER, ERROR Y VILEZA HUMANA.

Aquiles Córdova Morán.

Es tópico común afirmar que algo de lo más vergonzoso en la conducta humana es el autoelogio, la alabanza de los reales o supuestos méritos propios en busca del reconocimiento social. La gente piensa que quién suele echarse flores a la menor provocación, en vez de prestigio sólo consigue la burla y el desprecio de quienes lo conocen o lo escuchan. De ahí el refrán: “Alabanza en boca propia es vituperio”. Sin embargo, yo creo que hay algo peor que la autoalabanza, más vergonzoso y más envilecedor que la vanidad desmedida, y eso es el elogio gratuito e incondicional al poderoso, ya sea por torpeza de juicio o por el nada disculpable afán de congraciarse con quien reparte premios y castigos. Es indiscutible que, cada vez que en el horizonte político del país surge un “nuevo sol”, un nuevo gobernante con poder suficiente para decidir la suerte del hombre común, surge también, como si fuera su consecuencia inevitable, toda una cohorte de incensadores, de turiferarios profesionales que, antes de que el recién ungido abra siquiera la boca, ya lo cubren con toda suerte de exagerados y empalagosos elogios y lo declaran poseedor de capacidades cuasi mágicas, que sólo ellos alcanzan a ver. De la noche a la mañana lo convierten en un nuevo Solón, Perícles, Cincinato o Alejandro a quien todo mundo debe reverenciar sin excusa ni pretexto.
La conducta de estos maestros del calificativo grandilocuente y de la adulación desvergonzada es doblemente dañina. Primero, porque da a la ciudadanía en general, y a la juventud en particular, una muy pobre lección de dignidad ciudadana, un mensaje equívoco de lo que debe ser la relación de mutuo respeto entre gobernantes y gobernados. La conducta genuflexa de los aduladores dice a todos que, si quieren vivir en paz y ver respetados y garantizados sus intereses, el único camino es convertirse en incondicional y acrítico adorador del poderoso en turno. No la dignidad, la ley y el derecho, sino la postración y la obsecuencia sin límites, son el camino para conservar vida, hacienda y libertad. En segundo lugar, aquella conducta endiosa y pervierte al gobernante, porque termina por convencerlo de que es verdad todo lo que se dice en su favor, por exagerado y ridículo que parezca. En consecuencia, se torna soberbio e insensible a las demandas de la gente, pero terriblemente sensible a la crítica y a la censura públicas. Y termina mirando cualquier acto de protesta como un desafío a su poder que debe ser castigado con toda severidad. Es verdad que es igualmente dañina la crítica apriorística, formulada por razones de partido o de grupo pero ajenas al análisis serio y responsable de los hechos. Lo correcto es no olvidar nunca qué intereses, derechos y libertades se defienden, y cómo se ven afectados éstos por las acciones comprobadas del gobernante en turno, y opinar en consecuencia. No hay más.
En estos días de recambio de poderes, algunos medios informativos están rebosantes ya de elogios desmedidos a las capacidades y virtudes del Presidente de la República, Lic. Felipe Calderón. Hay quienes, incluso, lo han declarado el hombre providencial que la patria necesita en esta hora difícil de su historia y, sin otra prueba que su propio deseo, lo llaman el demiurgo que, sin saber cómo ni cómo no, construirá de la noche a la mañana un México nuevo, sin desempleo, sin pobreza, sin ignorancia, sin enfermedades y con plena justicia social. A mí me gustaría, naturalmente, que el presidente Calderón fuera todo eso y mucho más, pero me provoca nauseas comprobar que los elogios desproporcionados, al no tener sustento, denuncian a sus autores como descarados arribistas que esperan alguna canonjía como pago a sus servicios.
Y lo peor es que tan exagerados ditirambos se contradicen frontalmente con algunas de las medidas recientemente tomadas por el anterior y el nuevo gobiernos. La leche Liconsa subió casi un 30 %; es ya un hecho la cascada inflacionaria provocada por los aumentos del gas, la gasolina y el diésel, a pesar de que fue promesa de campaña del señor Presidente bajar el precio a esos energéticos y, para remachar el clavo, se amenaza con recortar presupuesto a la educación pública, la única que el pueblo puede pagar, y eso no siempre. En estas condiciones, el aplauso y las porras no sólo están fuera del lugar, sino que más parecen una cortina de humo para acallar las justas protestas de los lesionados.
Los barberos dañan al presidente Calderón porque le impiden ver la realidad, lo obnubilan con tanto incienso gratuito. Un juicio definitivo y terminante sobre su gobierno a tan temprana hora, sólo pueden hacerlo quienes tienen la consigna de aprobarlo o condenarlo en bloque, por así convenir a sus intereses particulares, pero no puede tomarse en serio de ningún modo. Para quienes tratan de defender eficazmente a los que menos tienen, es obvio que hay que aguardar prudentemente a que la realidad futura diga su veredicto inapelable, y actuar en consecuencia y no como lo hacen quienes creen que tienen a la verdad agarrada de la cola.


México, D. F., a 12 de diciembre de 2006.

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